Las primeras semanas de vida del bebé son muy importantes. La mejor forma de darle la bienvenida es creando un ambiente adecuado, que le permita adaptarse al nuevo mundo de una forma gradual y lo menos traumática posible.
El recién nacido está dotado de un inmenso potencial: mueve su cuerpo en sincronía con la voz de la madre, reconoce su voz y su rostro, distingue su olor entre varias mujeres, experimenta varios estados emocionales (agradables y desagradables) y sus movimientos poco a poco van siguiendo un esquema para llamar la atención del adulto, intentando que este responda a sus necesidades.
No hay duda de que existe una conexión especial entre la madre y el recién nacido y, por ello, durante las primeras semanas ambos necesitan de un espacio tranquilo con pocos estímulos y lo más importante: un lugar donde puedan estar juntos.
A continuación, hablamos sobre la importancia de las primeras semanas de vida, sobre los beneficios del contacto físico entre mamá y recién nacido.
Adaptación del bebé al nuevo mundo
Las primeras seis u ocho semanas son conocidas como una etapa de “vida simbiótica”, es decir, madre e hijo necesitan estar juntos.
La relación que se establece entre ellos es circular, generando un aprendizaje recíproco:
No es solo el adulto el que cuida y responde a las necesidades del bebé sino que las respuestas de uno influyen en el otro, provocando que la madre comprenda sus mensajes y mejore su nivel de respuesta.
Esto ayuda a la adaptación del bebé y al conocimiento del nuevo ambiente, lo cual influirá en su visión del mundo.
Esta visión será positiva si el ambiente en el que se encuentra el recién nacido responde a sus necesidades de contacto, alimento y estímulos.
Todo ello le llevará al desarrollo de la “confianza básica” en ese ambiente y le ayudará a convertirse en un individuo optimista en busca de soluciones positivas, ya que percibirá el mundo como un buen lugar.
Una de las primeras tareas del adulto es aprender a conocer cómo el bebé percibe el mundo, para relacionarse y responder a sus necesidades de forma positiva y respetuosa.
La importancia del contacto físico
Hay tres formas de contacto básicas para el bebé durante estas primeras semanas y es muy importante que las conozcamos:
- Toma en brazos: este contacto le transmite aceptación y seguridad.
- Manejo: la forma en que se le toca en los momentos del baño, cambio de ropa o pañales, cuando se le viste, etc. Debe realizarse en calma, con movimientos suaves, mirándole a los ojos, hablándole, ya que proporcionan una gran cantidad de estímulos a nivel físico y emocional, a través de los cuales adquiere conocimiento de sí mismo y del mundo que le rodea.
- Alimentación: además de responder a una necesidad básica, el amamantamiento establece un apego especial entre la madre y el hijo.
La interacción entre la madre y el niño las primeras 6 a 8 semanas es fundamental e impactará toda la vida, especialmente en relación a factores psicológicos.
El bebé pasa de un nacimiento biológico a uno psicológico, por lo que es necesario prepararse y dedicar toda la atención y cuidados que nos sean posibles durante esta etapa.
Método Montessori desde las primeras semanas de vida
Montessori describe al niño como un “embrión espiritual”, un ser capaz de absorber todos los estímulos que se le ofrecen. Para ello, mamás y papás tenemos que aprender a preparar el ambiente con los estímulos sensoriales, afectivos y vinculares que el pequeño necesita.
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Esther Vargas
Departamento Pedagógico de IMI.
Guía Montessori de Comunidad Infantil y Casa de Niños.
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