Se dice que los niños llegan a este mundo programados para ser felices. Y es durante los primeros años de vida que este destino se sella, gracias al ambiente que les rodea. De esta experiencia dependerá la fortaleza o vulnerabilidad con la que ese ser se erguirá ante la vida y los obstáculos que esta le plantee.
Debemos pensar en la educación no solo como un medio para acrecentar el potencial intelectual, sino también para educar las emociones.
Si queremos formar niños felices que contribuyan a la construcción de un futuro mejor para todos, es necesario que hagamos el esfuerzo de forjar niños sensibles, empáticos, honestos y respetuosos.
7 claves para educar las emociones de los niños
Consideremos los siguientes aspectos en la educación emocional de nuestros niños:
- Enséñale a reconocer y aceptar lo que sienten y/o lo que otros sienten. La expresión de los sentimientos de manera asertiva permitirá que el niño se relacione mejor consigo mismo y con los demás. Al expresarse de manera honesta y sin dañar al otro, tendrá la posibilidad de reparar el daño que pueda haber causado; pondrá sus ojos en lo que el otro siente y le enfrentará al perdón y a la posibilidad de reparar la falta.
- Trata al niño siempre con cortesía, diplomacia y educación, es decir, de la misma forma que tratarías a un amigo querido. Si te diriges a él con amabilidad y respeto, absorberá este comportamiento y se relacionará con los demás de la misma forma. Aquí también es importante fomentar el respeto hacia otros seres vivos y hacia los objetos, así como el aprecio por la diversidad.
- Ejercita en el niño la capacidad de espera para ser escuchado y atendido, alejando el egocentrismo y la inmediatez. Evita responder sin vacilar ante la demanda constante y fomenta los retos y la permanencia en el niño a través de la perseverancia. Deja que se aburra ya que con esto abrirás la puerta a la creatividad y a nuevas formas de hacer.
- Fomenta en él la capacidad de asombro a través del disfrute de la naturaleza y la realidad que ofrece el entorno inmediato.
- Muéstrale, con el ejemplo, la importancia de la gratitud y la generosidad, entendiendo que la capacidad para agradecer implica más que dar las gracias, requiere también la humildad para apreciar lo que recibimos.
- Construye y fomenta en los niños 3 aspectos importantísimos: la alegría, ese sentimiento de gozo que nos mueve a explorar, a pensar, a crear y que favorece nuestros procesos de afiliación; la motivación, que se encarga de estimular nuestra capacidad de asombro y promueve la apertura a nuevos aprendizajes, animándonos a explorar y a descubrir; y la serenidad, ese sentimiento de confianza básica que implica saberse aceptado incondicionalmente, protegido y amado.
- Ayúdales a desarrollar la capacidad de adaptación. Esta capacidad para adaptarnos implica flexibilidad para responder a los constantes cambios a los que estamos sujetos, en el entorno, en las circunstancias y en las personas con las que convivimos.
El desarrollo emocional en la pedagogía Montessori
Dentro de la pedagogía Montessori se considera al niño como un todo. Partiendo de esta perspectiva, cada esfera que le compone es atendida, incluyendo la educación emocional. Esta educación se inicia con el profundo respeto que manifestamos al niño, al considerar su dignidad y el profundo sentido que tiene esta.
Según Montessori, el niño debe tener la posibilidad de escuchar su interior y de dejarse guiar por sus intereses y necesidades. Cuando actúa siguiendo este dictado interno, aprende a elegir, fortaleciendo su voluntad y siguiendo su impulso natural hacia el trabajo. Su movimiento y su persona se perfeccionan, su psique se organiza y regresa a ese estado natural que corresponde a su esencia: el amor, la calma, la paz interior y el gozo.
Recordemos que el factor clave siempre será el acompañamiento respetuoso de todos aquellos que rodean al niño.
Indudablemente, la clave para el desarrollo sano de los niños es el amor. La ausencia de este puede generar disturbios psíquicos y psicosomáticos en el niño. La Dra. Montessori hablaba del amor como caridad, entendida como el amor incondicional hacia el niño y hacia todo lo que es y será.
La Dra. Montessori nos dice en su libro La mente absorbente:
Ana Lucía Hermida
Departamento Pedagógico
Deja una respuesta