A pesar de representar tan solo el 2% de nuestro peso, el cerebro es el responsable de controlar y regular la mayoría de las funciones de nuestro cuerpo y mente. Del tamaño de un coco, este órgano nos permite pensar, sentir, controlar nuestros movimientos, aprender… Es decir, prácticamente todo lo que hacemos es gracias a él.
En este post, hablamos sobre neuroeducación y la importancia de comprender cómo funciona y aprende el cerebro de los niños, para mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje, logrando que este sea más duradero y significativo.
¿Cómo aprende el cerebro de un niño?
El cerebro humano está formado por alrededor de 86 mil millones de neuronas que se conectan entre sí mediante un proceso llamado sinapsis, siendo estas conexiones las que facilitan el proceso de aprendizaje (se calcula que un cerebro estimulado posee un promedio de 200 billones de conexiones neuronales).
En el cerebro infantil, las neuronas realizan muchas más conexiones que en el cerebro adulto; y cuanto más rico es el ambiente en el que se encuentra el niño, mayor es el número de conexiones, dando lugar a un aprendizaje más rápido y más significativo.
El ambiente o entorno, al igual que la genética, condiciona la forma en que el cerebro se va construyendo. Los procesos de aprendizaje, por ejemplo, ocurren gracias a nuestro cerebro, pero tienen a su vez un gran impacto en el mismo, remodelándolo y condicionando la forma en que va a continuar aprendiendo. Cada vez que consolidamos una forma de aprendizaje, esta deja una huella en el modo en el que las neuronas del cerebro se conectan entre sí. A esta capacidad del cerebro de cambiar físicamente para adaptarse la llamamos plasticidad cerebral.
Las ventanas de oportunidad: periodos clave para el desarrollo del niño
Los humanos comenzamos a aprender desde el mismo momento del nacimiento. La información entra en el cerebro a través de una especie de “ventanas” que emergen y se van haciendo más estrechas en diversos momentos. Aunque la plasticidad del cerebro nos permite aprender casi cualquier cosa en cualquier momento, estas ventanas de oportunidad (también denominadas períodos sensibles) son clave para el desarrollo cognitivo y de competencias, ya que el nivel de habilidad adquirido cuando dichas ventanas están “abiertas” es mucho mayor.
La ventana para el desarrollo emocional, por ejemplo, parece abrirse de los 2 meses a los 30 meses. Si durante este periodo el niño percibe que mediante rabietas puede conseguir aquello que quiere, es probable que continúe utilizando este método una vez la ventana se estreche. Si bien es cierto que podemos aprender a controlar nuestras emociones tras esta edad, lo aprendido durante este periodo será más difícil de cambiar. Otro ejemplo, es el de la ventana para la adquisición del lenguaje hablado. Esta se abre tras el nacimiento y se estrecha alrededor de los 5 años y de nuevo alrededor de los 10 o 12 años. Es por este motivo que, pasada esa edad, nos resulta más difícil aprender nuevas lenguas.
Instinto de supervivencia, ¿influye en cómo aprendemos?
Nuestro cerebro está constantemente escaneando el entorno en busca de estímulos. Cuando surge un estímulo inesperado, nuestro instinto de supervivencia hace que el cerebro centre toda su atención en este para estar preparado para la acción. Sin embargo, cuando los estímulos del entorno son principalmente predecibles o repetidos, el interés del cerebro por el mundo externo se reduce y hace que pase a buscar nuevas sensaciones en el interior. Es por ello que, la estimulación es fundamental para mejorar el aprendizaje.
Esta predisposición genética a la supervivencia, hace también que el cerebro no pueda llevar a cabo más de un proceso cognitivo de forma simultánea. Por tanto, la llamada “multitarea” es tan solo un mito; el cerebro no está realizando más de una tarea al mismo tiempo, sino que en realidad está saltando de una tarea a otra. Esto hace que la atención se divida, y dado que las tareas compiten entre sí por acaparar los limitados recursos cognitivos disponibles, realizar una tarea interfiere con las otras, aumentando la ineficiencia, la probabilidad de errores así como el tiempo dedicado a las tareas.
¿Cómo aplicar la neurociencia en la práctica docente?
Los avances en neurociencia de los últimos años y su relación con la educación, nos han ayudado a comprender cómo lograr un aprendizaje más significativo, profundo y eficiente. Ahora, es necesario que nos hagamos la siguiente pregunta: ¿estamos integrando estos conocimientos en la práctica docente?
Para conseguir una aplicación efectiva en el aula, es necesario que los docentes revisemos la didáctica, el currículo y la evaluación, adecuando los hallazgos en neurociencia a nuestra práctica.
El curso online de especialización en Neurociencia y Educación de IMI, está diseñado para que docentes, terapeutas y cualquier persona interesada en el campo de la educación puedan formarse y llevar a cabo una práctica docente que respete el funcionamiento del cerebro y favorezca los procesos de plasticidad cerebral.
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Mercy Mariella Velasco Velez dice
Excelente tema para aprender a aprender
Asesoría y orientación de IMI dice
¡Así es!😊 Gracias por tu comentario, Mercy
Yoleida Garcia dice
Me encanta el tema y maravillosa forma como lo expone…Muchas Gracias Felicidades
Dra. Griselda Scelato dice
Buenos días, estoy juntando firmas para que incorporen estimulacion del habla como materia para que se trabaje el neurolenguaje en los jardines y por eso buscando información sobre cómo funciona el cerebro infantil encontré este artículo. Ojalá mi petición prospere y todos los chicos tengan una materia que trabaje esta temática para un mejor desarrollo. Espectacular artículo.