Una de las más grandes herramientas con las que cuenta el ser humano es el lenguaje, el cual se considera la expresión de la inteligencia, a través de este, se expresan emociones, ideas, necesidades y nos da la oportunidad de relacionarnos con los otros.
La adquisición del lenguaje empieza desde antes de nacer. Es sorprendente la capacidad de los niños para desarrollar el habla en los primeros años, por lo que se puede afirmar que el ser humano cuenta con mecanismos establecidos para fijar el lenguaje antes de hablar, es decir, ya viene programado con una gramática universal.
El niño nace con la capacidad de hablar cualquier lengua, pero aprende la que escucha en su entorno; gracias a la mente absorbente, desarrolla el lenguaje de forma natural. Además, de los 0 a los 6 años, se encuentra en el período sensible del lenguaje, por lo que, si es expuesto a uno, dos o más idiomas será capaz de absorberlos todos sin ningún esfuerzo. Mientras más pequeño, más ventajas tendrá en comparación al aprendizaje de otro idioma en la etapa adulta. El niño también posee un dispositivo que le permite pasar de una lengua a otra sin ningún esfuerzo y sin necesidad de traducir; esto solo se da en los primeros años.
A diferencia del niño de la primera etapa, cuya mente absorbente se va estructurando continuamente durante el desarrollo lingüístico y en la que el oído tiene una sensibilidad especial para el lenguaje, el adulto ya habrá adquirido toda la estructura de su lengua materna y el oído ya no poseerá esta sensibilidad especial, por lo que tiene que esforzarse para aprender un segundo idioma.
Hablamos de un bilingüismo precoz cuando se adquiere una lengua antes de los tres años, en este momento el segundo idioma se aprende tal y como si fuera la lengua materna. En el bilingüismo tardío el aprendizaje de la segunda lengua se da en el ámbito escolar.
Se han realizado estudios que demuestran que en el bilingüismo precoz se activan las mismas áreas corticales para la comprensión del lenguaje durante la escucha de diferentes lenguas. La adquisición y el modelo de la lengua (pronunciación y forma del discurso) se desarrollan perfectamente en los primeros años, mientras que el enriquecimiento de vocabulario se da a lo largo de toda la vida.
Otros estudios han encontrado que después de los 12-15 años, los mecanismos de aprendizaje lingüístico pierden sus capacidades de absorción y selección.
Hay dos formas de aprender diferentes idiomas: la primera es simultánea, cuando en casa son usadas dos lenguas paralelamente, de este modo el niño logra establecer las equivalencias necesarias entre ellas y fijar todo el conjunto de las reglas lingüísticas, utilizándolas de modo apropiado y absolutamente normal. La segunda manera es adquirir dos idiomas en diferentes momentos; lo común es que la primera lengua sea la utilizada en la familia y la segunda en contextos como la escuela.
El nivel de dominio de cada una de las lenguas puede variar según la persona, por lo que podemos encontrar individuos con un nivel de bilingüismo balanceado, que es cuando se da el mismo nivel de fluidez y competencia en los dos idiomas. Y el bilingüismo dominante cuando se da mayor competencia y fluidez en una de las lenguas, esto dependerá de la mayor o menor exposición hacia estas.
Es normal que observemos en el niño pequeño un período de mezcla de sonidos y palabras y un atraso en el uso correcto de cada uno de los idiomas, este se irá resolviendo poco a poco a medida que el niño sea expuesto al lenguaje y a situaciones comunicativas frecuentes y sostenidas.
El cerebro que logra fijar dos o más idiomas al mismo tiempo desde el nacimiento es un órgano ejercitado para generar respuestas a diversas a situaciones cambiantes, esta es una de las grandes ventajas que tiene el bilingüismo. Otros beneficios pueden ser:
- La facilidad de adquirir y distinguir muchas estructuras lingüísticas.
- Mayor capacidad de memoria, atención y concentración.
- Mayor creatividad, en el sentido de que son más flexibles y capaces de generar diversas respuestas a un mismo problema.
- Mayor tolerancia respecto a lo diferente, ya que ha estado en contacto con más de una cultura.
- Más oportunidades a futuro en el campo laboral.
- Criar hijos bilingües no es nada complicado, siempre que se responda a la tendencia humana de la comunicación y el niño escuche las diferentes lenguas de manera constante y en la misma medida y tenga oportunidades frecuentes de usarlas. Algunas de las técnicas comúnmente recomendadas son:
- Una persona, una lengua: cuando los padres hablan diferentes lenguas y han acordado comunicarse cada uno en un idioma desde el nacimiento de su hijo. El lenguaje dominante de la comunidad será el de uno de los dos.
- Lengua minoritaria en casa: cuando ambos padres le hablan en el mismo idioma que es minoritario, mientras que fuera de casa es expuesto a la lengua dominante.
Para que el niño adquiera un segundo idioma de manera eficaz, es necesario que sea expuesto a experiencias directas con la lengua, en un contexto familiar y cotidiano, ya que el niño aprende un idioma sobre todo a través del diálogo y el juego.
Otras ayudas que podemos darle al niño para facilitarle el aprendizaje de un segundo idioma es el uso de materiales lúdicos, como libros, cantos y juegos.
En conclusión, recordemos uno de los mejores consejos de la Dra. Montanaro sobre el aprendizaje de diferentes lenguas en niños pequeños: “mientras antes se empiece, mejor”.
Esther Vargas
Departamento Pedagógico