Cada vez son más las personas que se sienten atraídas por los principios de Montessori y deciden aplicarlos en la educación de niños y niñas. Pero, ¿cómo saber si se está haciendo correctamente?
Para poder implementar Montessori con éxito necesitamos entender que no es solo una metodología, sino que se trata de una filosofía de vida. Además, es fundamental que pongamos el foco en nosotros, los adultos. Jean Miller, experta montessoriana en el nivel 6 a 12 años, sostiene que:
Cuando algo no funciona en la práctica cotidiana, la respuesta no está en identificar aspectos negativos en el niño, sino en encontrar lo que el adulto necesita modificar.
A continuación, presentamos algunos de los errores más comunes a la hora de aplicar Montessori.
1. Utilizar el material solo con fines didácticos
Aunque el material diseñado por Maria Montessori resulta fascinante incluso para los adultos, a veces se limita a la enseñanza de conceptos, en lugar de aprovecharse como un medio que permita a niñas y niños descubrir, relacionar, entender, reflexionar y proponer.
2. Quitar o agregar materiales
Al mostrar los materiales Montessori a los niños y niñas, es importante que sigamos una secuencia adecuada. Esto nos permite aislar la dificultad y aprovechar el interés natural de los pequeños.
Cuando el ambiente no ofrece el elenco completo de los materiales de cada área, es decir, cuando quitamos o agregamos materiales, la secuencia se ve interrumpida, haciendo que los niños y niñas se encuentren con obstáculos para desarrollar habilidades y lograr aprendizajes significativos y permanentes.
La Dra. Montessori utiliza la expresión: “suficiente y necesario”, para referirse al número de actividades en un ambiente que conserva tanto la calidad como la cantidad de estímulos idóneos.
Cuando los adultos comprendemos esto, seguimos los ejercicios propuestos por la propia Maria Montessori y evitamos introducir otros objetos, como bloques o juguetes. También cuidamos de no forzar a los niños y no agregar materiales que corresponden a otro nivel.
3. Trabajar con grupos escolares reducidos
Muchas personas consideran una ventaja los grupos escolares pequeños, suponiendo que los alumnos y alumnas serán mejor atendidos por el maestro y su aprovechamiento será mayor. Esto puede funcionar así en algunos modelos educativos, incluyendo la enseñanza tradicional, donde el adulto tiene un papel central y el niño un papel pasivo y secundario.
Sin embargo, en la propuesta Montessori, el trabajo del Guía Montessori se complementa con el ambiente y la interacción entre los niños y los materiales. La presencia de compañeros de diferentes edades, que promueve la vida social, es otro factor determinante para facilitar los aprendizajes.
A partir del nivel 3 a 6 años, el número promedio recomendado es de 25 niños por grupo que, idealmente, estarán acompañados por un guía y un asistente Montessori.
Sabemos que los niños, sea cual sea el nivel, aprenden a partir de su propia experiencia, pero también lo hacen observando a los demás, por lo que la oportunidad de compartir un espacio con múltiples actividades, promueve el aprendizaje indirecto.
4. Olvidar que la disciplina surge de la concentración
Cuando ofrecemos actividades que responden a los intereses y necesidades de los niños y niñas, estableciendo los límites adecuados, estamos dando el primer paso para que surja la disciplina, no como algo externo, sino como la consecuencia de un estado personal de satisfacción, auto regulación y respeto.
5. Interrumpir el ciclo de trabajo
Es indispensable realizar al menos un ciclo de trabajo de 3 horas diario, a partir del nivel 3 a 6 años, y tener en cuenta lo siguiente:
- En lugar de reunir a todo el grupo al inicio de la jornada (lo que implica que quienes llegaron primero esperen al resto de sus compañeros), los niños pueden comenzar a trabajar desde que llegan. La mayoría elige algo relativamente sencillo y por poco tiempo.
- Aunque la siguiente actividad tiende a ser más compleja y larga, Maria Montessori observó que luego se presenta la “falsa fatiga”, un lapso en el que la actividad concentrada decae y el nivel del ruido aumenta, porque la mayoría no elige otro material de inmediato.
- Después de experimentar esta pausa, ellos se dirigen nuevamente hacia un ejercicio que les implique un reto mayor y en el que se enfocan por más tiempo. Es el momento donde se consolidan las habilidades y se refuerzan los conocimientos, porque los niños tienen oportunidad de descubrir las múltiples posibilidades del material y alcanzan el “gran trabajo”.
Cuando no respetamos el ciclo de 3 horas continuas, los niños y niñas tienden a involucrarse con el material de manera superficial o eligen un trabajo que no les supone un reto, para evitar la frustración de ser interrumpidos si están en un nivel profundo de actividad. Esto también sucede con quienes llegan tarde.
Si las guías inician y terminan el día con actividades grupales muy largas, los niños de 3 a 6 años no podrán ir más allá de la “falsa fatiga”. A esta edad, no se recomienda demasiadas actividades de grupo, sino dar prioridad al trabajo individual, de acuerdo a las características de desarrollo.
En la etapa de primaria, los niños que no experimentan el “gran trabajo” también pueden manifestar su frustración a través de la falta de interés en el material.
6. Traspasar la periferia
La Dra. Montessori es enfática al expresar que el adulto debe trabajar con la periferia del niño, sin tocar el centro. Eso significa mantenerse en el campo de acción de los materiales, las presentaciones, las lecciones y el cuidado del ambiente, sin interferir con las emociones o sentimientos del niño.
Cuando dirigimos nuestros esfuerzos hacia la concentración del niño y la dinámica del ambiente es la adecuada, estamos propiciando su sano desarrollo social-emocional.
7. Agregar elementos de otros enfoques a la práctica Montessori
A diferencia de la mayoría de los métodos educativos, la propuesta Montessori ofrece una sólida base teórica, validada actualmente tanto por expertos en desarrollo humano como en neurociencias y pedagogía; pero también el “cómo hacer”, es decir, la forma de llevarla a la práctica siguiendo al niño.
Cuando se añaden otros elementos al ambiente preparado, los materiales y/o el adulto-guía no cumplen su función, se desvían los fundamentos y propósitos y se interfiere en el desarrollo global de los niños y niñas.
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Adela Vizcaíno
Departamento pedagógico
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