En los últimos años la sociedad ha volteado la mirada hacia lo diferente, en lugar de seguir centrándose en lo común, y el tema de la educación no es la excepción.
Aunque a finales del siglo XIX y principios del XX, la época en que Maria Montessori concluyó sus estudios de medicina y empezó su trabajo pedagógico, no existían términos como equidad de género o inclusión educativa, ella se orientó hacia los menos atendidos.
Montessori experimentó en carne propia la negativa inicial para cursar estudios de medicina en Roma, por ser mujer.
Superó las dificultades a través de una perseverancia reflejada en acciones, como empezar tomando las clases fuera del aula, a través de las ventanas, o aceptar hacer sola las prácticas de disección de cadáveres, después de sus compañeros.
En aquellos años también participó en algunos congresos feministas.
Montessori, un punto de inflexión en la educación
Una vez graduada, se dedicó a trabajar con niños y niñas con condiciones de desarrollo diferente, en una clínica universitaria.
Aunque la educación especial estaba en pañales, la Dra. Montessori tomó como punto de partida las publicaciones de los médicos franceses Itard y Seguin (este último dedicado al tratamiento de discapacidades auditivas) y después de dos años de intensa labor y avances sorprendentes, concluyó que el enfoque del tratamiento había sido más educativo que médico.
La Dra. Montessori concluyó que los primeros años son los de mayor aprendizaje y que su influencia repercute en todos los aspectos del desarrollo de la vida adulta.
A principios de 1900, cuando la mayoría pensaba que los niños menores de seis o siete años no estaban listos para ir a la escuela, Montessori planteó un parteaguas en la pedagogía, no solo al ocuparse de esta edad, como lo habían hecho de manera aislada Froebel o Pestalozzi, sino al asegurar que los primeros años son los de mayor aprendizaje y que su influencia repercute en todos los aspectos del desarrollo de la vida adulta.
Educando en la equidad
En un contexto histórico donde la costumbre era que hombres y mujeres estudiaran por separado, Montessori llevó la educación mixta un paso más allá, al descubrir la satisfacción y los beneficios que las llamadas actividades de Vida Práctica, relacionadas con el cuidado de la propia persona y del ambiente (quehaceres que se consideraban predominantemente femeninos), provocan tanto en las niñas como en los niños.
En las anécdotas donde describe el origen de los principios de su método, se refiere indistintamente a niñas (como en la repetición del ejercicio) y niños (como en la eliminación de premios y castigos).
Montessori observó que las actividades de Vida Práctica, entre las que se hallan tareas del hogar, provocaban satisfacción y beneficios tanto en las niñas como en los niños.
La exitosa experiencia pedagógica de la primera Casa de los Niños en un barrio de Roma con serias carencias socioeconómicas, se repitió en otros contextos y más allá del territorio italiano, primero en otros lugares de Europa y después en América y en Asia, principalmente en la India, donde se ampliaría la diversidad de creencias.
En el libro “La mente absorbente del niño” Montessori describe a los participantes de los cursos de formación para maestros:
Posiblemente, la clave resida en centrarse en el valor del individuo, como un ser único e irrepetible y en sus potencialidades; más allá del sexo, de las condiciones regulares o especiales en su desarrollo y de las circunstancias económicas, políticas y del sistema de creencias que le rodean.
Para concluir, comparto la reflexión que la Dra. Montessori propone en el capítulo sobre las barreras, en el libro “El niño, el secreto de la infancia”:
Descubre la pedagogía Montessori
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En él aprenderás los principios y elementos básicos de esta pedagogía, conocerás algunos de los materiales Montessori y descubrirás actividades y ejemplos para que puedas ponerla en práctica.
Adela Vizcaíno R.
Departamento Pedagógico.
Guía Montessori en Casa de Niños, Taller I y Taller II.
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