Al acompañar el desarrollo del niño pequeño, los adultos debemos de considerar ciertas pautas de conducta que nos ayudarán a establecer un vínculo significativo de afecto con ellos, estas son:
- Contacto visual: cuando el pequeño comienza a crecer es importante colocarnos a su altura.
- Efectuar movimientos lentos, pausados y precisos en la presencia del niño.
- Expresarnos con una voz suave y afectuosa.
- Mantener un nivel justo de intervención, es decir, estar disponible, pero sin sustituir al niño, manteniendo un contacto respetuoso.
Durante este periodo, existen cuatro aspectos básicos en el cuidado del niño: alimentación, higiene, movimiento y sueño. Además, es importante reconocer que el niño de 18 meses comienza a mostrar una mayor independencia y curiosidad. Su motricidad fina y gruesa se desarrollan rápidamente, lo que le permite explorar su entorno con más confianza. También empiezan a manifestarse cambios en la conducta, como los “berrinches”, que son una forma de comunicación y una parte normal de su desarrollo emocional.
La alimentación con 18 meses
Como leíamos en el artículo de Montessori de los 0 a los 18 meses, el destete es uno de los primeros pasos hacia la independencia. Al incluir la alimentación complementaria, el niño comienza a mostrar interés por manipular y saborear aquello que ve que el adulto come. Comienza a descubrir texturas, sabores, consistencias, temperaturas y olores. Se sienta con mayor autonomía y, poco a poco, comienza a manipular los alimentos y los utensilios destinados a la alimentación como la cuchara; aquí comienza a hacer uso de lo que la doctora Montessori nos menciona “la mano como herramienta de la inteligencia”.
La alimentación es, por tanto, un peldaño en el proceso de la adquisición de la autonomía. Debemos de propiciar que este momento sea de contacto personal y placentero y no sólo un proceso mecánico. Es importante que, además del mobiliario adaptado y de los utensilios necesarios de los que hablamos en el artículo anterior, se tomen en cuenta los siguientes aspectos al momento de la alimentación:
- Ofrecer pequeñas cantidades de forma pausada y no directamente en la boca, si no cerca de esta, para evitar forzarle.
- Para permitir que el niño sea consciente del nivel de saciedad o hambre, debemos evitar distraerle con juguetes, aparatos electrónicos, etc.
- Las manos han de estar libres, para que pueda experimentar la comida y para comenzar a sostener la cuchara.
- Hagamos de este momento un espacio especial y tranquilo, con altas dosis de paciencia, libre de enojos, ruegos, juegos, etc.
- En la medida de lo posible, buscar que el momento de la comida esté acompañado por una misma persona, que se respete el mismo lugar y momento; esto proveerá al niño de una sensación de seguridad y alegría.
Autonomía a partir del año
A los 18 meses, los niños comienzan a desarrollar una mayor autonomía. Este proceso se puede fomentar a través de la observación y la participación activa en sus rutinas diarias.
Higiene Personal
Los momentos de higiene personal son oportunidades clave para fomentar la independencia del niño. En lugar de hacer las cosas por él, los adultos deben involucrarlo en el proceso, realizando movimientos lentos y tranquilos, estableciendo contacto visual y explicando cada acción para que el niño se sienta seguro y participe activamente.
Control de Esfínteres
El control de esfínteres es un hito importante en la autonomía del niño. Este proceso combina la maduración física con el desarrollo psicológico. El proceso orgánico se favorece cuando el niño adquiere mayor fuerza en sus piernas y puede correr, agacharse, subir, bajar, mantener el equilibrio, etc., por lo tanto, es necesaria la maduración neurobiológica que va a permitir la apertura y cierre del ano y la uretra a voluntad. El componente psicológico está dado por la capacidad de “desprenderse” de algo que el cuerpo ha producido, es el paso de un comportamiento reflejo automático a una conducta voluntaria controlada.
Higiene Bucal y Nasal
La higiene bucal debe comenzar desde los primeros meses. Los instrumentos irán cambiando, desde una gasa hasta los primeros cepillos de dientes, pero la formación del hábito se debe de ir estableciendo desde una edad temprana. La limpieza de la nariz, aunque no siempre agradable para el niño, debe hacerse de manera anticipada y con la participación del niño frente a un espejo para que pueda observar y entender el proceso. Podemos acercarle el pañuelo y, cuando él pueda hacerlo, darle la posibilidad de que lo haga. Al finalizar, podemos mostrarle nuevamente en el espejo como se ve su nariz limpia.
Sueño
El sueño es crucial para el desarrollo del niño, proporcionando descanso, consolidando aprendizajes y estimulando el sistema inmunológico. Es un momento en el que la mente procesa y descarga el exceso de estímulos del día, lo que ayuda a reducir la ansiedad y la irritabilidad.
Fomentar la autonomía del niño a partir del año implica un acompañamiento respetuoso y activo, permitiéndole participar y aprender en cada una de sus rutinas diarias.
Lenguaje y comunicación del bebé al año y medio
A los 18 meses, el desarrollo del lenguaje del niño comienza a florecer. Los niños de esta edad pueden entender y usar entre 20 y 50 palabras, aunque esto varía mucho de un niño a otro. Pueden empezar a formar frases simples como “más agua” o “quiero eso”. Los padres y cuidadores deben fomentar el desarrollo del lenguaje mediante la lectura regular de cuentos, cantando canciones y hablando claramente con el niño, usando frases completas y descripciones de las actividades diarias.
Es también importante estar atentos a las señales no verbales del niño, ya que muchas veces expresan sus necesidades y emociones a través de gestos y expresiones faciales antes de poder verbalizarlas. Crear un entorno rico en lenguaje y dar tiempo para que el niño responda y participe en la conversación son claves para promover su desarrollo comunicativo.
Motricidad a los 18 meses
Cuando el niño comience a caminar es indispensable crear un espacio que permita la independencia. Debemos procurar que las habitaciones de la casa estén preparadas para el libre movimiento del niño. Busque espacios abiertos que le permitan ejercitar sus piernas y fortalecer y habilitar sus habilidades motrices.
- En la habitación: es indispensable no saturar la habitación de elementos. Debe contar con un armario pequeño a la altura del niño, para permitirle acceder a su ropa, esta debe ser cómoda y fácil de poner (pantalones con resorte, evitar prendas con botones, zapatos con velcro, etc.). Es de gran utilidad un espejo de cuerpo completo donde el niño pueda verse.
- En la cocina: debe tener un cajón bajo dónde se guarden sus utensilios para comer. Se deben evitar, en lo posible, objetos de plástico. Colocar un banco cerca del fregadero para que tenga acceso al agua y darle ayudas visuales para diferenciar la llave del agua caliente del agua fría.
- Área de juegos: selecciona pocos juguetes y organízalos de forma que el niño los pueda ver y alcanzar. Mantenlos ordenados, recuerda que esto contribuye al orden interno del niño. Un librero pequeño es un buen lugar para contener cestas o bandejas pequeñas con sus juguetes. Observe cuáles son los intereses del niño, para enseñarle más acerca de estos o de temas relacionados y del mundo que lo rodea.
- En el baño: coloque bancos cerca del lavabo, coloque un escusado pequeño al lado del grande o enfrente; a medida que el niño crezca coloque un banco junto al escusado y un asiento adaptado a su tamaño. Coloque ganchos para toallas a su altura.
Para apoyar la motricidad gruesa, se deben proporcionar oportunidades para que el niño suba escaleras, corra, trepe y juegue en el exterior. La motricidad fina también se puede desarrollar mediante juegos que impliquen el uso de las manos, como apilar bloques, encajar piezas, dibujar con crayones y manipular objetos pequeños bajo supervisión.
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Ana Lucía Hermida
Departamento Pedagógico