El sueño es un proceso fisiológico básico para el crecimiento de los niños, tiene una relación directa con el desarrollo, la regulación de la conducta y los procesos de aprendizaje. Este proceso consta de dos fases; la fase REM, que se caracteriza por una gran actividad del cerebro, frecuencia cardiaca y respiratoria irregulares, donde el tono muscular disminuye y también, durante la cual, suelen aparecer los sueños. Su función es procesar y guardar los aprendizajes y acontecimientos en la memoria de largo plazo.
En la fase no REM baja la frecuencia cardiaca y respiratoria, el sueño es más profundo. En esta fase se produce la hormona del crecimiento y cortisol, importante para las defensas del cuerpo y durante la cual, el organismo se repara.
Ciclos y Duración del Sueño infantil
Durante los primeros tres meses de vida, un bebé duerme alrededor de 15 horas diarias, conforme va creciendo, va descendiendo, a los tres años, duermen aproximadamente 12 horas cada noche y generalmente, toman una siesta al día. Alrededor de los 5 años, deben dormir 10 horas durante la noche y ya no toman siestas.
Los niños entre tres y seis años, van adquiriendo mayor conciencia de sí mismos y de la relación con los demás, son muy activos durante el día y sus noches suelen ser relativamente tranquilas. Sin embargo, durante esta etapa, algunos muestran dificultad en el momento de ir a la cama, probablemente quieran seguir jugando o están probando las reglas. Durante esta etapa también suelen pedir insistentemente la presencia de los padres y buscan diferentes formas de mantenerse despiertos, aunque estén cansados.
Es por ello que, un adecuado hábito del sueño es básico, en el cual, se establezca una rutina estable con horarios fijos: baño, cena, leer un cuento, etc. Conforme se va acercando la hora de dormir, se debe ir disminuyendo la actividad para que el niño se vaya preparando para el momento de descansar.
Cómo crear un hábito o rutina de sueño
La habitación debe de ser un espacio seguro que le de tranquilidad, con una temperatura agradable, bien ventilada. En una mesita se le puede dejar un vaso con agua y puede tener una mantita o muñeco como objeto de seguridad y, si es necesario, colocar una lámpara con luz tenue encendida durante la noche. Es importante evitar “castigar” al niño con ir a la cama para impedir que relacione la cama con castigo.
Actualmente, muchos de los problemas del sueño están relacionados con el exceso de uso de las pantallas, asociado a que el contenido muchas veces no es apropiado. Hay que tener en cuenta que, en esta etapa, el niño cuenta con una gran imaginación, por lo que hay que cuidar lo que ve y lo que se lee antes de dormir.
Que un niño no duerma las horas de sueño recomendadas puede originar; hiperactividad, falta de atención e impulsividad, desencadenando comportamientos agresivos. Por lo que, es necesario asegurarse que el niño duerma lo suficiente y tenga un sueño de buena calidad.
Trastornos Comunes del Sueño infantil
Si se levanta por las noches, el adulto puede indicarle con voz tranquila su cercanía, tocarlo, hablarle calmadamente, pero sin abrazarlo y, una vez que se relaje, retirarse. Si el despertar es por pesadillas o por alguna molestia, es importante ir con él y calmarlo.
En este período, pueden presentarse problemas del sueño como: pesadillas, sonambulismo, somniloquia y los terrores nocturnos.
Algunos consejos que pueden ayudar si el niño presenta alguno de los trastornos mencionados.
- En el caso de las pesadillas; pueden estar relacionadas a sucesos ocurridos durante el día, cambios importantes en su vida o estrés. El niño suele despertarse llorando o atemorizado, los padres deben atenderle de inmediato, tranquilizarle, brindarle seguridad. Se le puede pedir que cuente el sueño e inventar un final feliz, asegurarles que no son reales y a la mañana siguiente, hablar con ellos para saber si hay algo que les preocupa en casa o en la escuela.
- Los terrores nocturnos pueden desencadenarse por fatiga o estrés, generalmente se presentan a las dos horas de dormirse. Se caracterizan por que el niño parece que está despierto (aunque no lo esté), inquieto, agitado, llora, grita, no responde, etc. En esta situación, es necesario tomar medidas de seguridad, cerrar puertas y ventanas, evitar utilizar literas y quitar objetos que puedan ser peligrosos. Se le puede abrazar, hablarle suavemente y con calma para tranquilizarlo, sin intentar despertarlo, ya que esto puede agravar la situación. Después de un momento, se calmará y volverá a dormirse y, al día siguiente no recordará nada. Estos desaparecen conforme el niño va creciendo.
- El sonambulismo; el niño despierta parcialmente, deambula por la casa con los ojos abiertos, no responde cuando se le habla. Algunas de las causas de este trastorno pueden ser; cansancio o ansiedad y generalmente, tiene antecedentes familiares. En estos casos, al igual que en el anterior, es importante cuidar la seguridad de la casa, evitar despertarlos ya que puede asustarlo, lo mejor es guiarlos con calma a su cama.
- Somniloquia, hablar dormido; pueden ser palabras frases o sonidos ininteligibles, su duración es de unos segundos, no hay recuerdo y algunas de sus causas son ansiedad o tensión emocional.
En todos los casos la actitud de los padres es muy importante para tratar los trastornos del sueño, estos deben de ser pacientes, proveer de seguridad y tranquilidad al niño, evitar regaños, etc. Si se presentan cambios en la conducta, lo recomendable es buscar ayuda profesional.
Tania Nájera dice
Muy interesante!