La Dra. Montessori planteó el desarrollo del niño por medio de etapas. La niñez, que es la etapa que corresponde al periodo que abarca de los 6 a los 12 años, es un periodo en el que se da la independencia intelectual. Durante este periodo el niño comienza a manifestar una necesidad de abstracción y de intelectualización, lo cual marca el paso a la esfera intelectual y moral. Es en este momento, que se forma la inteligencia, el gran instrumento del hombre. La Dra. menciona que no solo se forma la inteligencia, sino el conjunto de facultades psíquicas que conforman a un individuo.
Algunas de las características que muestra el niño durante esta etapa son: la manifestación de una Mente Razonadora, que busca entender cómo funciona el mundo, que busca entender el por qué de las cosas, es decir, las leyes de causa/efecto. Surge, además, un interés por adquirir y entender los aspectos de la cultura, por explorar a través de la imaginación y de la abstracción, todo ese universo en el que se encuentra inmerso. El niño, además, comienza un despertar social, donde busca la pertenencia a un grupo de iguales y en dónde puede expresar con libertad sus pensamientos y opiniones.
Una propuesta para el desarrollo de esta mente razonadora, parte de utilizar la filosofía para niños[1], como un medio para estimular el pensamiento. Filosofar es por definición inquirir, desde la base del razonamiento lógico, el amor y la búsqueda de la sabiduría. En filosofía el pensar es el objeto de estudio y el método a la vez. Al filosofar se estudia, se aplica y se evalúan las reglas y los estándares del pensamiento, por lo tanto, es evidente la estrecha relación que existe entre la filosofía y el pensamiento.
[1] Filosofía para niños fue creado por Matthew Lipman a finales de los años sesenta, su trabajo tuvo como objetivo promover la enseñanza generalizada de la filosofía y una adaptación del concepto de la capacidad de pensar por sí mismo. El programa se muestra como una alternativa pedagógica que busca la formación de personas autónomas, que sean capaces de pensar por sí mismas y de transformar creativamente su contexto. Lipman estaba convencido de que la adquisición de las herramientas para un razonamiento apropiado debían de ser fomentadas desde que los niños eran muy pequeños, la intención era llevar a cabo un proceso formativo longitudinal, en el cual se buscaba alcanzar un pensamiento critico, activo, independiente y reflexivo como una forma de desenvolverse en la vida.
Uno de los principales objetivos desde esta perspectiva son:
- Iniciar a los niños en el hábito del diálogo, lo que implica expresar las propias ideas, escuchar las ideas de los demás, expresar acuerdo y desacuerdo, siempre desde el respeto.
- Desarrollar el hábito de pararse a pensar, preguntar, cuestionar y analizar el mundo, a ellos mismos y a todo lo que les rodea, lo cual suele suceder de manera natural durante esta etapa.
- Aprender a justificar sus opiniones y a distinguir una buena razón de una que no lo es, al cuestionar su propio pensamiento y el de los demás.
“No eduquemos a nuestros hijos para el mundo de hoy. Este mundo ya no existirá cuando ellos sean grandes. Por eso, debemos, de modo prioritario, ayudar al niño a cultivar sus facultades de creación y adaptación”.
Al hacer filosofía uno suele pararse a pensar, a reflexionar y a analizar el mundo, desde esta perspectiva podemos observar y explorar con mayor profundidad el mundo en el que vivimos; nos permite ser capaces de cuestionar lo que vemos, lo que se nos dice y lo que se nos informa: aprendemos a distinguir un argumento bien fundamentado de uno sin base; comenzamos a ser capaces de escuchar a los demás, aceptamos que no siempre tenemos la razón y aprendemos a valorar las ideas de los otros; expresamos desacuerdo sin necesidad de expresar confrontación; se aprende a valorar las propias ideas, sin miedo a expresarlas; poco a poco, el niño comienza a comprender la complejidad del mundo en el que vivimos de una forma consciente y activa, al desarrollar una mirada propia, una voz propia y, en definitiva, un yo propio.
Para poner en marcha esta propuesta, debemos considerar todas aquellas situaciones, experiencias y actividades que surgen en el día a día, ya que es a través de estas que podemos formular preguntas de forma directa o de forma colaborativa, es decir, elaboradas por los niños. Estas preguntas y sus respuestas se deberán dar dentro de lo que podríamos establecer como una comunidad de diálogo, el cual es un espacio seguro donde los niños pueden participar con la certeza de que sus opiniones serán respetadas dentro de un clima democrático. En este espacio se aplican los siguientes principios: la colaboración, el cuidado por los otros, la escucha, la tolerancia, la empatía, la expresión del pensamiento sustentado en razones, la crítica constructiva y la creatividad.
Al implementar esta rutina de diálogo se suelen desarrollar las siguientes habilidades:
- Habilidades cognitivas: la metodología basada en el proceso de inquirir (preguntar, examinar, investigar o cuestionar) estas ejercen un impacto sobre las habilidades de razonamiento de los niños. La habilidad de inquirir trasciende a la comunidad de diálogo y tiende a promover una mejor autoestima en los niños durante las situaciones de aprendizaje. Al trabajar con las habilidades del pensamiento, se desarrollan seis conceptos fundamentales de la filosofía: razonamiento, juicio crítico, criterio, puntos de vista, diálogo, disposición. Estos conceptos pueden aplicarse a cualquier contenido curricular desde lenguaje hasta geometría o geografía.
- Habilidades de razonamiento crítico y de diálogo: el niño paulatinamente va adquiriendo la habilidad de sustentar con razones sus puntos de vista. Esto se hace a través del desarrollo de las habilidades de comunicación, confianza y concentración. Durante los diálogos los niños tienen la oportunidad de desarrollar, de construir y de clarificar conceptos nuevos y otros ya conocidos.
- Desarrollo emocional y social: cuando los niños están inmersos en una comunidad de diálogo comienzan a manejar de formas más apropiadas sus sentimientos y la impulsividad, ya que esto tiene un impacto beneficioso en la autoconfianza, la paciencia y la autoestima. Otro aspecto es el trabajo desde los valores. Desde este espacio se exploran las bases en que estos se sustentan, así como su consolidación o transformación como consecuencia de las experiencias en la comunidad de diálogo.
Se ha descubierto que las ganancias cognitivas de la aplicación de Filosofía para Niños se suelen mantener a lo largo del tiempo, además de enriquecerse las habilidades de lectura y el razonamiento matemático.
El uso de esta propuesta no se limita a la etapa de la niñez, ya que el ser humano va teniendo una serie de renacimientos que se podrían ver beneficiados con el uso de la filosofía para niños, veamos cuales son: el recién nacido nace sensorialmente al mundo, el niño de tres años nace a la conciencia, el niño de seis años entra en el universo de la abstracción y de los conceptos morales, como la justicia, así también descubre el poder de la imaginación y, paralelamente, observa con un interés apasionado el mundo exterior, en particular la naturaleza. Este pareciera, en un principio, un periodo de calma y de equilibro psíquico ante la “metamorfosis” de la adolescencia, induciendo el nacimiento a la sociedad. En consecuencia, en este delicado período, hay que incentivarle a convertirse en miembro de la sociedad, más allá de amasar conocimientos, hay que centrar la educación en torno a valores humanistas con los que se pueda comprometer.
Recordemos que la Dra. Montessori no concebía su pedagogía como un recurso puramente educativo, ella iba más allá y, partiendo siempre del niño, buscaba que este desarrollará su conciencia, a través de la educación para la paz. La educación que respeta este precepto proporciona armas a la personalidad humana para hacer frente a las circunstancias imprevistas y desarrolla la capacidad de adaptación en el individuo. Cuanto más reconocido es el niño como individuo único y cuanta más confianza adquiere en sí mismo, mayor facilidad parece tener el adulto en que se convierte para encontrar la armonía con los demás y con el mundo que le rodea.
“[…]en tales condiciones, únicamente la educación puede preparar la personalidad humana para afrontar las nuevas dificultades, desarrollando una capacidad de adaptación flexible y viva, asociada a una conciencia clara de la realidad que le rodea”. María Montessori.
Ana Lucía
Departamento Pedagógico
Félix García Moriyón dice
Es una buena exposición de aspecto fundamentales de la propuesta de Filosofía para Niños.
Me gustaría, si fuera posible, saber cómo se lleva al aula esa propuesta, en especial la de generar comunidades de investigación filosófica.
Llevo muchos años aplicando el programa, evaluando su aplicación, formando al profesorado y profundizando mi comprensión práctica y teórica,
Agradecería una respuesta,
Antonio Álvarez dice
Dentro de los ambientes Montessori como se expone en el texto la propuesta de filosofía para niño se aplica en el día a día a través de las situaciones, experiencias y actividades que realizan los niños, en este nivel suelen trabajar en equipos y/o diadas, realizando investigaciones/proyectos, que permiten el análisis de una misma situación desde distintos ángulos, lo que da lugar a la exposición de planteamientos y permite que los chicos se cuestionen y pongan en juego las habilidades que el programa de filosofía para niños plantea. Aunado a lo anterior con el grupo en general se establecen espacios de diálogo sobre la cotidianeidad o sobre temas puntuales, lo que da paso a momentos de cuestionamiento y reflexión. Es importante resaltar que este momento será más provechoso si el adulto cuenta con los elementos necesarios, para generar una verdadera comunidad de diálogo.
Existen espacios educativos que consideran este espacio con más estructura y dedican momentos del día y/o días para llevarlo a cabo, siguiendo un texto en el que todos trabajan (como los propuestos por M. Lipman) y parten de estos para llevar a cabo las comunidades de diálogo.
Adjunto la experiencia de la Guía de Casa de Niños y Taller, Diana Celis, con el programa:
Llevo casi dos años trabajando con el programa de Filosofía para niños, con niños de 4to a 6to grado, era grupos de alrededor de 25 niños y puedo comentar lo siguiente:
En la comunidad de diálogo en un inicio los niños hacían preguntas muy literales acerca del texto (libros de M. Lipman), supongo porque en general sus lecturas de comprensión a eso se limitaban. Como eran grupos multigrado a los niños de 4to les costaba un poco más de trabajo expresar sus ideas, pero poco a poco fueron adquiriendo seguridad. otro cambio que fui observando es que a medida que repetiamos las sesiones los niños comenzaron a cuestionar a sus compañeros, al principio se limitaban a dar sus razones o argumentos y a confirmar lo que otro niño había mencionado. También a medida que el grupo adquiría más destreza en la comunidad de diálogo por ejemplo, los niños de 5to que pasaron a 6to o los de 4to que pasaron a 5to que ya conocían la dinámica ellos mismos iban realizando preguntas cada vez más profundas. En general era un tiempo que los niños disfrutaban y esperaban con ansias. En especial me sorprendió uno de los niños que entro a la escuela siendo muy agresivo con la autoridad, se frustraba fácilmente y durante las sesiones permanecía con la cabeza agachada. Busque estrategias para ayudar a que todos tuvieran una oportunidad de hablar y en 3 o 4 sesiones no quiso participar aún cuando era su turno. Insistí en seguir dando oportunidades, hasta que un día habló en un tema que le interesaba y de ahí…. cuando menos tenía una participación en cada sesión.
En resumen creo que esto en relación al trabajo con el grupo, en cuanto a mi participación, creo que fui desarrollando la destreza de preguntar a tiempo, analizaba los tipos de preguntas que se hacían y planeaba otras distintas para que fueran desarrollando más habilidades.