En el artículo anterior, Desviaciones Psíquicas, ¿qué son y cómo se manifiestan en los niños?, abordamos el tema de las desviaciones psíquicas, término que empleó la Dra. Montessori para hablar sobre las conductas y actitudes poco favorables: niños desordenados, con pereza, caprichosos, inconstantes, con dificultades de atención, dependientes, etc.
Cuando los adultos no otorgamos estas oportunidades o incluso las obstaculizamos, aparecen dichas desviaciones, manifestándose en comportamientos poco deseados.
Entonces, al no poder relacionarnos adecuadamente con ellos, los adultos generalmente imponemos nuestra autoridad, obteniendo como resultado niños temerosos o rebeldes.
En el artículo de hoy, hablaremos sobre los tipos de desviaciones que existen y qué significa la “normalización”.
¿Qué tipos de desviaciones psíquicas hay?
La Dra. Maria Montessori categorizó las desviaciones psíquicas según el entorno en el que el niño se desenvuelve, distinguiendo entre: desviaciones como fugas y desviaciones como barreras.
Desviaciones como fugas
Fugarse es escaparse, es refugiarse y evadirse con frecuencia de alguna imposición o algún abuso.
Los niños que usan las desviaciones como fugas se están defendiendo, de manera inconsciente, de alguna situación que les hace sufrir.
Por ejemplo, cuando se encuentran sumergidos en la fantasía, creyendo que un lápiz es un avión o una silla es un tren.
En estos casos, es frecuente observar que comienzan una actividad y la dejan abandonada, moviéndose constantemente de manera desordenada y sin motivo.
Los niños con fugas también manifiestan una gran necesidad de ser atendidos.
Generalmente, estos comportamientos son fomentados por los adultos, pensando que son situaciones normales para los niños.
Por ejemplo, cuando se dan excesos de apego afectivo, juego incesante o cuando la atención es inconsistente y desatendemos en exceso al niño con distractores como la televisión, juguetes u otro tipo de aparatos electrónicos.
Todo ello se vuelve una necesidad constante para el niño, que no aporta al desarrollo de su inteligencia y le priva de realizar actividades que realmente le ayuden en su autoconstrucción.
Desviaciones como barreras
Por otra parte, existen las desviaciones que se usan como una barrera, entendida como resistencia o rechazo hacia algo en específico, ya sea una persona, algún lugar, alguna disciplina, etc.
Los niños que presentan barreras no sienten amor ni cordialidad, sienten miedo, se frustran y se sienten incapaces de superar los obstáculos que se les presentan.
Esto provoca que se aíslen y se vuelvan dependientes de la figura del adulto, quien con el exceso de afecto fomenta la desviación, sustituyendo el impulso del niño hacia la independencia.
Así, se genera frustración en los niños, pues no encuentran la manera de desarrollar su autonomía.
Las barreras se manifiestan en forma de posesión, complejo de inferioridad, deseos de poder, etc.
Existen también algunas desviaciones que no necesariamente son fomentadas por los adultos y que ante nuestros ojos parecen algo normal.
Por ejemplo, es común pensar que un niño es desordenado y desobediente y que la reacción natural del adulto debe ser negativa, para corregirle. Sin embargo, esto generalmente da como resultado niños retraídos y con apatía, que están construyendo una barrera interior que les defienda del mundo exterior.
¿Cómo evitar ser un obstáculo en el desarrollo del niño?
Como hemos comentado anteriormente, la observación y el respeto a las necesidades del niño son la base para evitar ser un obstáculo en su desarrollo.
Los adultos no debemos imponer nuestro ritmo de vida ni tratar de interpretar el comportamiento del niño.
Al contrario, debemos asegurarnos de cuáles son las causas de las conductas poco apropiadas. Y tener claro que las reacciones de los niños son una defensa ante una necesidad no satisfecha.
¿Cómo podemos ayudar a “curar” las desviaciones psíquicas ya manifiestas en el niño?
La Dra. Montessori, a lo largo de cuarenta años de observación y trabajo con niños de todo el mundo, concluyó que el infante entre los 3 y 6 años de edad, tiene la capacidad de regresar a su estado “normal”.
El niño consigue “curarse” cuando alcanza la concentración realizando una actividad motriz que le pone en contacto con la realidad exterior.
El adulto que acompañe al niño deberá ser un gran observador, reconocer dichas necesidades e intereses y ofrecer un trabajo adecuado a ello.
De igual forma, deberá desarrollar la habilidad para poder distinguir cuando el niño necesita de su intervención o de la libertad para vivir sus propias experiencias.
¿Que quiere decir normalización?
La normalización es un término utilizado por la Dra. Montessori, para distinguir al proceso que se produce cuando el niño se desarrolla normalmente en un ambiente adecuado, en el que encuentra motivos de actividad con propósito, elegidos por él mismo y que correspondan a sus necesidades e intereses.
¿Cuándo y cómo aparece la normalización?
La repetición es el momento clave para que la normalización aparezca.
Esta se da después de que el niño ha sido preparado para realizar una actividad, en la que previamente se ha reunido el material necesario y se han mostrado los movimientos analizados y exactos, para lograr que el niño focalice su atención en ellos y se centre en la actividad.
De esta manera, el niño llega a un nivel profundo de concentración, el paso más importante del proceso.
Seguidamente, vendrá el descanso, el cual se caracteriza por una sensación de satisfacción y bienestar. En este punto el niño realiza una integración importante de su desarrollo físico, mental y emocional.
El niño que se normaliza, encuentra una salida natural a sus enormes capacidades, volviendo a un estado de tranquilidad, orden, felicidad, amor por el trabajo y respeto hacia sí mismo y hacia los demás.
Todo ello, le lleva a ser una persona sociable, que ayuda y se relaciona con respeto y armonía.
Rosaura Rodriguez Infante
Guía Montessori de Casa de Niños
Departamento Pedagógico IMI
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