Si nos detenemos un momento y retornamos hacia nuestra infancia, seguramente podemos ubicar momentos en los que estábamos totalmente involucrados en una actividad.
Tal vez, mirando las nubes tirados en el césped o persiguiendo cautelosamente una pequeña hormiga, quizá haciendo construcciones con ramas y piedras o dibujando formas en la arena. Es indudable que son momentos que atesoramos.
Si analizamos un poco más y contactamos con nuestro estado emocional en esos eventos, se hará evidente que lográbamos, de forma natural, fijar nuestra atención, tener autocontrol físico y mental. Incluso, aunque no éramos conscientes de ello, eran instantes de contacto con nuestro propio ser.
Sabemos que las cosas son muy distintas hoy para niñas y niños debido a múltiples factores, sin embargo, no es una tarea banal reflexionar acerca cómo pasan el tiempo nuestros hijos.
¿Qué están haciendo los niños?
Ahora, ubiquemos el presente, una época llena de avances tecnológicos y con todas las implicaciones que ha tenido esta pandemia.
Piensa en un día cualquiera de tu vida, un día común, trata de visualizar todo lo que haces desde que te levantas de la cama hasta que regresas a ella para dormir.
Ahora, haz lo mismo, pero visualiza a tu(s) hijo(s) en este trayecto del día. ¿Puedes identificar momentos de verdadera quietud y silencio? Tal vez no los hay ni para ti, ni para los chicos.
En realidad, los niños no solo carecen de minutos de quietud, sino que están rodeados de múltiples estímulos sensoriales que les mantienen alejados del silencio.
Adultos y niños necesitamos tener, de manera cotidiana, tiempo de contemplación. Este tiempo es fundamental para el desarrollo intelectual y emocional de los niños y las niñas.
La quietud en un ambiente Montessori
Dentro de un ambiente Montessori este aspecto es de suma importancia.
El trabajo es la vía que permite al niño alcanzar autocontrol y concentración lo que favorece el proceso de autoconstrucción. A propósito de esto, María Montessori comenta:
“El espíritu que se organiza de este modo guiado por un orden que corresponde a su orden natural, se fortifica, crece con una esplendidez que se manifiesta en su equilibrio, en su serenidad, en su clama, cualidades que se traducen en la maravillosa disciplina, característica de la conducta de nuestros niños”.
Cuando un adulto conoce por primera vez un aula Montessori, observa el orden y percibe la calma. Esto no es mágico, es el resultado de brindar un espacio adecuado a las necesidades del niño.
¿Qué podemos hacer para brindarles tiempo de quietud a los niños?
En un colegio que trabaja desde la pedagogía Montessori, los chicos tienen la posibilidad de alcanzar este estado de paz, ¿cómo lo hacemos en casa?
Debemos brindarles tiempo para estar en silencio, para poder “hacer nada”. Tiempo de calma, tiempo de poder ser y hacer en libertad: sin deberes, sin pantallas, sin instrucciones preestablecidas.
Estos espacios temporales permiten el contacto consigo mismo y el desarrollo de la creatividad.
- Lo más obvio, brindar un tiempo para que los chicos no hagan nada, es decir, dar tiempo libre. Pueden hacer lo que deseen, aunque siempre tendremos presentes ciertos límites que preserven su seguridad.
- Evidentemente, el juego libre.
- Podemos tener un pequeño espacio en casa que sea un rincón de silencio y quietud. Una silla cómoda o una pequeña alfombra, colocar una planta, tal vez una pecera. En fin, lo que cada quien considere adecuado para poder estar en paz.
- Contemplar con la naturaleza. Si no tenemos la oportunidad hoy de estar en el exterior, podemos traer a casa la naturaleza. Cuidar y cultivar plantas, atender una mascota, jugar y crear con: piedras, ramas, tierra, hojas, barro, etc.
- Las actividades que involucran el uso de las manos también son muy recomendables: tejer, bordar, cocinar, dibujar, colorear.
- Tener un jardín zen. Puede crearse en una pequeña bandeja con arena, rocas, semillas y otros elementos naturales de tamaño pequeño o, incluso, disponer de un espacio en casa para un jardín más grande.
- Se puede utilizar la estrategia del juego del silencio.
- Cantar y bailar, les va bien a muchos.
- Detenernos a percibir el espacio con alguno de nuestros sentidos o todos ellos.
Quizá, al principio no sea sencillo si los niños no están acostumbrados, pero si observan que papá o mamá también tienen estos momentos de quietud, será más sencillo invitarlos a este plan.
Son algunas ideas, seguramente, si les brindas esta oportunidad a tus hijos, ellos mismos encontrarán las alternativas que disfruten más.
Liliana Contreras
Departamento Pedagógico
Conoce los Cursos Montessori en Casa de IMI y ¡fomenta el desarrollo de los más pequeños!
Deja una respuesta