¿No tienes claro qué es el juego simbólico? Te lo contamos en este artículo, junto con sus beneficios por cada etapa.
El juego es una herramienta de aprendizaje básica para el desarrollo del niño. A través de él, adquiere conocimiento sobre sí mismo, se propicia el desarrollo sensorio-motriz y permite la comprensión de conceptos como el tiempo y el espacio, la asimilación de la cultura y el contexto social, permitiéndole una interacción con el mundo que le rodea.
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Uno de los juegos más significativo durante la infancia es el juego simbólico, este surge como una actividad espontánea a través de la cual los niños recrean escenas y situaciones en las que combinan hechos reales e imaginarios, simulando que son diferentes personajes, pueden representar al padre o a la madre y los objetos pueden tener diferentes funciones, por ejemplo, una caja se convierte en un coche o una escoba en una espada.
El juego simbólico representa la adquisición de la función simbólica, esta se da cuando el niño es capaz de tener una representación mental de los objetos aun cuando están ausentes, esta capacidad constituye la base del pensamiento, en el juego a través de la imaginación el niño relaciona objetos, acciones y personas. Surge alrededor dos años y se prolonga hasta los 6/7 años, pasa por diferentes etapas según el desarrollo cognitivo, social y emocional del niño.
A los 12 meses aparece el juego presimbólico, cuando el niño empieza a identificar la función de los objetos de la vida diaria, posteriormente alrededor de los 16 meses comienza a realizar acciones simbólicas con su propio cuerpo, por ejemplo, actúa que duerme o que está comiendo.
(Si quieres saber más sobre los aspectos más relevantes del desarrollo del niño desde su nacimiento hasta los 12 años, te recomendamos este Curso Introductorio a la pedagogía Montessori)
Juego simbólico a partir de los 18 meses
Cerca de los 19 meses recrea acciones de la vida diaria utilizando objetos, le da de comer a una muñeca, finge que está hablando por teléfono etc. En esta etapa el niño juega solo, no se involucra con otros niños.
De los 20 a los 22 meses simula actividades en las que utiliza dos o más objetos, plato y cuchara, bebé y mamila, e involucra a otras personas, peina al papá o juega a que le da de comer a la mamá. Durante esta etapa los objetos son realistas, cumplen con la función que deben realizar. Alrededor de los dos años empiezan a representar diferentes papeles, juega a ser la mamá, representa dos o más acciones como, peinar a la muñeca, le da de comer, hace que la baña. Empieza a atribuirle emociones a sus muñecos y sustituye objetos que tienen forma parecida.
Juego simbólico a partir de los 2 años
Entre los 2 años y medio y los tres, el juego consta de una secuencia de acciones que van surgiendo de forma espontánea, el niño empieza a incluir personajes ficticios, puede jugar con otros niños, pero es un juego paralelo, parece que juegan juntos, pero no hay mucha relación entre ellos. Sustituye los objetos, por ejemplo, una caja se convierte en un barco, una cuerda es una serpiente. Las secuencias son más largas, detalladas y los niños van escogiendo su rol en el juego.
A partir de los 4 años el juego es compartido, los niños organizan y planifican la temática, pueden ir tomando diferentes roles, realizan una gran variedad de acciones, el lenguaje es más complejo, los argumentos más largos e incluyen sentimientos. La relación entre los niños hace que este se vuelva un juego cooperativo.
“ En el juego simbólico el niño desarrolla la imaginación y creatividad, le permite recrear, interpretar y darle significado a la realidad, ayudándole también a adaptarse a su entorno. “
Una de las ventajas de este tipo de esta actividad lúdica es que el niño puede fallar sin que tenga consecuencias. Por otro lado a través de este juego el niño desarrolla la inteligencia, adquiere conocimientos y habilidades socioemocionales a la par que evolucionan su lenguaje.
Esther Vargas
Departamento Pedagógico
Guía Montessori 0-6
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El juego simbólico es muy importante. De hecho, la ausencia del mismo a partir de los 24 meses es un síntoma a tener en cuenta y valorar por la pediatra.