Montessori propone la educación como una ayuda a la vida, es decir, un acompañamiento al ser humano desde el nacimiento y durante los diferentes momentos de la vida, más allá del contexto escolar.
En los últimos años, algunas de las estrategias que han resultado exitosas en la educación de niños y adolescentes, han empezado a implementarse para facilitar los cuidados de los adultos mayores que padecen deterioro mental. Sin embargo, cabe señalar que estas personas no deben ser tratadas como niños.
En el libro The Montessori Aizheimer Proyect, Lyle Weinstein parte de su propia experiencia al haber apoyado a su padre, quien padecía esta enfermedad y propone estas recomendaciones:
Observar a la persona
La observación representa la principal herramienta para identificar las necesidades de la persona, entender su comportamiento y poder responder en consecuencia.
El registro diario es fundamental, debe abarcar aspectos físicos y psicológicos, que se podrán compartir con los especialistas, para una mejor interpretación. La observación sistemática también permite encontrar patrones de conducta.
Preparar el ambiente
Muchas de las características del ambiente preparado en casa para los menores, funcionan para el entorno de los adultos mayores. Además de procurar espacios agradables, limpios, con adecuada iluminación y ventilación, debe facilitarse la movilidad (sobre todo en caso de que sea reducida) y garantizar la seguridad física y psicológica. Hay que poner especial atención y hacer las adecuaciones necesarias en las áreas del baño o lavabo y la cocina, además de su propia habitación.
También hay que considerar el establecimiento de rutinas e involucrar al adulto mayor, en la medida de lo posible, para que coopere en algunas actividades cotidianas como poner la mesa, por ejemplo, siempre que conserve ciertos niveles de autonomía física.
El aislamiento de la dificultad, que permite ir resolviendo los retos de manera gradual y el control de error, que evidencia la equivocación sin necesidad de que otra persona lo enfatice, son la base para la implementación de estas ayudas clave: Simplificar, estandarizar y señalizar u ofrecer pistas.
La simplificación y la estandarización nos remiten a una de las más famosas frases de María Montessori, en relación a los estímulos que debemos ofrecer: “suficiente y necesario”, un criterio que aplica a todos los objetos de uso cotidiano de la persona, por ejemplo, dos o tres vasos iguales en lugar de una gran cantidad de formas y tamaños diferentes.
Además de que los objetos deben estar siempre en el mismo lugar para favorecer la orientación, pueden colocarse tarjetas con la imagen y el nombre correspondiente fuera del armario o cajón. Estas pistas se elaboran en forma parecida a las tarjetas para emparejar objeto con imagen.
Trabajar la comunicación
Uno de los principales retos a los que nos enfrentamos en la convivencia con adultos con deterioro mental, es la comunicación. Se sugiere que el interlocutor se coloque en la misma posición del otro y haga contacto visual, usando un tono de voz cálido y respetuoso, aunque no reciba una respuesta.
También que enfatice las palabras con gestos, porque el adulto con deterioro mental comprende mejor el lenguaje no verbal. Es recomendable tocar suavemente su hombro o su mano de vez en cuando y repetir su nombre a lo largo de la conversación.
Al recibir una visita, en lugar de preguntar: “¿Te acuerdas de ella?”, hay que informar: “Tu nieta María ha venido hoy a saludarte” , o incluso pedir al visitante que tenga una etiqueta con su nombre.
¿Qué hacer cuando se cometen errores?
Cuando la persona con demencia se enfrenta a un error cometido, reacciona con temor o pánico y enfado, y esto da lugar a explosiones catastróficas. La recomendación es responder sin discutir e intentar que el otro se enfade, es decir, redireccionar la atención, proponiendo una nueva actividad, como un paseo por el jardín o escuchar música.
Hay que ser empáticos aunque el asunto en cuestión pueda parecer absurdo, por ejemplo: una madre que insiste en conducir y se niega a subirse en el coche si su hija es la conductora, aunque sea mayor de edad y sea capaz de hacerlo.
Cuando el cuidador es un familiar, también debe procurar el autocuidado y momentos de descanso y esparcimiento, para que conserve un adecuado estado físico y mental que le permita afrontar de la mejor manera el acompañamiento del adulto que está perdiendo progresivamente sus facultades.
En conclusión: es importante que los cuidadores y/o familiares que comparten esta situación sigan educándose y apoyándose entre sí, para identificar los puntos de referencia básicos y que los adultos con deterioro mental reciban un trato adecuado y amable.
Adela Vizcaíno Ríos
Departamento Pedagógico
Damaris González dice
Saludos. Estoy interesada en tomar una certificación de Montessori para adultos y en demencia.
l.avila dice
Hola Damaris,
En estos momentos no realizamos esta formación, aunque estamos en ello y el próximo año podrás formarte con nosotros 🙂
Te recomendamos mientras tanto leer el libro: The Montessori Alzheimer Proyect, de Lyle Weinstein.
Muchas gracias!