Repensar la educación es una idea muy ambiciosa y para muchos necesaria. Así fue como el ideólogo de lo que muchos ya consideran la “fórmula revolucionaria” del aprendizaje, Max Ventilla, cruzó esta barrera y se animó. Fue en 2012 cuando el entonces directivo de Google entendió que la brecha entre los estudiantes y los profesores puede volverse más estrecha con el uso de la tecnología y que sólo se trataba de combinarlas. Este fue el inicio de las AltSchool.
Según su mirada crítica, las escuelas de hoy tienen de común denominador llevar la enseñanza a la media en vez de a cada niño en particular. Esto lo llama “la tiranía de la mayoría” y dice que es un tema omnipresente en las escuelas, tan preocupante como comprensible. “Si yo te pidiera que fueras a enseñarle a veinte niños de 9 años, algunos que no quieren estar en esa clase, todos con muy diferentes intereses y necesidades fluctuando a lo largo del día, es probable que también sigas ese modelo de fábrica que usamos en la educación”, dice a Wired. “Partirías el día en segmentos de 45 minutos. Acomodarías a los niños, y si alguien fuera molesto, lo amonestarías; o si vieras que están aburridos, seguirías y esperarías que suene el timbre”.
Parece que no necesita ser un experto en reforma educativa para saber que esta no es la mejor manera de asegurar que los niños participen y se involucren en su educación. Ventilla creía que era posible solucionar estos problemas sistémicos si él y su equipo empezaban de cero, no sólo en la construcción de la tecnología que usarían en la escuela sino también de la propia escuela, pero de una manera totalmente diferente. Una enorme red de escuelas pequeñas que se unan en un eje central. Entonces dejó Google en 2013 y lanzó así la primera AltSchool.
La apuesta de Mark Zuckerberg
El joven fundador de Facebook se está convirtiendo en uno de los filántropos más generosos de Estados Unidos. Es uno de los más destacados activistas por la reforma escolar y hoy AltSchool parece ser su gran apuesta. A través de su inversión sin fines de lucro en la educación, Zuckerberg ha contribuido en gran parte en la ronda de financiación conjunta para AltSchool con 100 millones de dólares.
La ronda también incluye inversores como Andreessen Horowitz, el administrador de fondos de inversión libre Peter Thiel, el fundador de eBay, Pierre Omidyar, y Laurene Powell Jobs, la viuda de Steve Jobs.
La inversión alcanza una financiación total para las AltSchool de 133 millones de dólares, pero además, uno de los elementos más importantes, es que las mentes más brillantes de Silicon Valley -lugar al sur de California que aloja a las mayores corporaciones de tecnología del mundo- ya la consideran como la esperanza para el futuro de la educación. Sus usuarios, los padres, llegan por miles y eso se traduce en un gran ingreso económico.
¿Cómo funciona el método Montessori 2.0?
A Max Ventilla le gusta llamar el enfoque de AltSchool “Montessori 2.0”. El método Montessori se centra en dejar que los niños aprendan principalmente a través de proyectos independientes en vez de la instrucción directa. Fue desarrollado hace aproximadamente un siglo y si su fundadora, María Montessori viviera, los impulsores de esta idea creen que ella también habría propuesto el uso de herramientas tecnológicas para gestionar el caos de un aula personalizada.
Es un experimento con una filosofía educativa de aprendizaje centrada en el estudiante
El enfoque, que muchas escuelas han adoptado, sostiene que los niños deben perseguir sus propios intereses, a su propio ritmo y con este fin AltSchool mezcla la tecnología para poder crear una experiencia educativa superior.
Sus escuelas, que para el próximo año ya serán ocho, funcionan desde el jardín de infantes hasta el octavo grado -lo que corresponde en Argentina al nivel educativo inicial y primario- y no tienen administradores, no hay gimnasios, cafeterías ni pasillos. No hay informes de calificaciones ni timbres que señalen a qué hora comienzan las clases.
¿Cómo funciona entonces? Cada estudiante obtiene su propio iPad o Chromebook, dependiendo de su edad, y sus propias listas de materias, que son listas semanales de actividades individuales y de grupo hechas a la medida de las fortalezas y debilidades específicas de cada niño mientras se hace un seguimiento de cada estudiante, su progreso y los obstáculos y debilidades que muestra.
También, habrá una plataforma digital llamada My.AltSchool, que sirve precisamente para realizar un seguimiento de las listas de los estudiantes . En la jerga, estas actividades se denominan “tarjetas”. Los estudiantes inician sesión en el sitio web My.AltSchool, abren sus listas y ven una serie de 20 a 25 tarjetas de actividades que los profesores tienen seleccionadas especialmente para ellos.
Estas actividades pueden ser por ejemplo, ver un video en línea, completar un ejercicio de matemática, escribir un aviso, etc. No todo es online pero la gran mayoría sí y es guardado en la aplicación para mantener informados a los maestros, que pueden hacer las tarjetas ellos mismos o buscar la que otros profesores hayan hecho.
Paul France, uno de los maestros, reconoce que la construcción de estas tarjetas desde cero lleva mucho tiempo y esto es porque además deben asegurarse que encajen en el llamado “plan de aprendizaje personalizado” de cada estudiante. Este plan de aprendizaje podría darle en cierto estudiante prioridad a las matemáticas por sobre la lectura o enfatizar las habilidades de gestión del tiempo, entre otros conceptos necesarios.
Un aspecto muy importante además, es que tanto France como sus colegas trabajan regularmente con el equipo de ingeniería y programación arreglando detalles en los productos existentes y ayudando a los programadores, que pasan la mayor parte del día mirando una computadora, a entender cómo es la vida dentro de un aula.
Este trabajo conjunto trajo resultados como la creación de una aplicación de asistencia que los estudiantes utilizan para chequear cuándo entran y salen del campus. Han desarrollado un sistema de cámaras llamado AltVideo para capturar lo que sucede en el aula y ayudar en el proceso de evaluación. Además, están trabajando en un sistema de recomendación para los profesores, no muy diferente del que utilizan las empresas como Amazon y Netflix. Esta herramienta tendría en cuenta todo lo que sabe acerca del My.AltSchool de cada estudiante: su lista de actividades, la forma en que aprende, cuáles son sus puntos fuertes y débiles y así poder recomendarle actividades. “Sería genial si el sistema pudiera darse cuenta de que Johnny es un aprendiz auditivo, que ama a los castillos, y que está luchando para entender la estimación matemática”, dice Raj Bhatia, vicepresidente del producto, quien adelantó que una primera versión de esta herramienta es probable que esté disponible este año.
Tecnología educativa y educación personalizada: ¿la fórmula revolucionaria?
Dos movimientos de rápido crecimiento en la educación. Por un lado, la tecnología educativa -la Ed-Tech- y las aplicaciones para escuelas que están surgiendo y por el otro lado las decenas de escuelas progresistas que se manejan con este concepto de personalizar la educación. AltSchool está haciendo ambas, con la esperanza de que se aplique también a otras escuelas públicas y privadas.
El objetivo de Ventilla es armar un “sistema operativo para una educación del siglo XXI” y patentarlo para el sistema educativo en general. Eso puede significar que escuelas públicas, por ejemplo, accedan a estas herramientas.
Sin embargo, hay muchos riesgos que enfrentar aún. Es que ya hubo varios intentos de reformas educativas que han fracasado y proyectos como este son puestos en duda. “El mayor fracaso de la tecnología en las escuelas es que la gente pensaba que había algo de valor inherente a la tecnología, en lugar de decir que el único valor de la tecnología es que mejora y potencia la enseñanza e involucra a los niños”, dice Joel Klein, ex canciller del sistema de escuelas públicas de la Ciudad de Nueva York y actual jefe de la empresa de EdTech de NewsCorp, Amplify. “Mucha gente miró esto a través de la lente tecnológica en lugar de la lente de la enseñanza, y eso es un gran error.”
Otro problema son los factores sociales. Principalmente porque el sistema y las tecnologías educativas están siendo puestas a prueba en un grupo demográfico diferente al de los niños que asisten a la escuela pública. Alrededor del 40 por ciento de los estudiantes de AltSchool reciben algún tipo de ayuda económica pero cualquier escuela donde el 60 por ciento de las familias pueden permitirse el lujo de pagar 21 mil dólares por año en la matrícula todavía es bastante exclusiva.
Según los estándares de Silicon Valley, AltSchool ya es un éxito. Pero el mundo de la educación no funciona según estos criterios y Max Ventilla y su equipo todavía tienen que demostrar que es más que una escuela privada para la élite tecnológica y que realmente se puede hacer una diferencia en algunas de las escuelas más necesitadas. Ventilla promete que este no será el caso de los tantos que solucionan un problema de muchos sólo para pocos: “Si sólo fuéramos a impactar en los estudiantes ricos de escuelas privadas, creo que ninguno de nosotros estaría haciendo lo que está haciendo”, explica. “Pero sí creemos que este es el lugar correcto para empezar”.
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