“El auxilio que debería procurarle el adulto al niño sería el de renunciar a su ritmo y a sus finalidades”
Dra. María Montessori
Respetar el ritmo del niño
Nosotros como adultos pensamos que lo importante es llegar a un fin en el menor tiempo posible, es un tipo de ley que nos imponemos y que podemos llamar “ley del mínimo esfuerzo”. En cambio, al observar a los niños, nos damos cuenta de los grandes esfuerzos que realizan para llevar a cabo una tarea sin importar el resultado, y es que, el verdadero interés del niño es el proceso no el fin.
Tanto padres como maestros debemos darnos cuenta de que nuestra tarea es dejarles hacer, darles su espacio y su tiempo; para ello debemos, primero que nada, observarlos, conocer sus necesidades e intereses para después organizar nuestro tiempo y nuestras rutinas, permitiendo que ese esfuerzo que ellos realizan llegue a su máximo nivel; respetando los ritmos del niño sin prestarles ayudas innecesarias ni interrumpir sus actividades.
Reacciones del adulto ante el ritmo del niño
El adulto, generalmente, ya sea por la vida tan agitada del día a día o porque no entiende los procesos internos del niño, reacciona impulsivamente cuando el ritmo del niño es lento, sabiendo que él puede realizar muchas más acciones al instante y con mayor perfección, por lo que tiende a hacer las cosas sustituyendo al niño y haciéndole sentir que no puede, que es incapaz.
Contrario a esto, es común observar que cuando el ritmo del niño es acelerado, el adulto puede soportar sin problemas el desorden y los disturbios que causa en el ambiente. Simplemente se arma de paciencia porque el niño está manifestándose de manera externa, es decir, el adulto puede observar que sucede con el niño, contrario a los procesos internos que realiza al esforzarse por realizar sus propias actividades de manera independiente.
¿En realidad son caprichos?
Muchas veces, cuando los niños no se dejan arreglar, no se dejan alimentar o no quieren ser ayudados por los adultos, y hacen aparentes berrinches o lo que nosotros creemos que son caprichos, en realidad, están expresando frustración y/o represión a su propia libertad, pues el ritmo en el niño es especial y muy distinto al del adulto
Y sin ser conscientes de ello, el propio adulto está ocasionando daños que posteriormente se manifestarán a través de conductas poco deseables.
En la Educación Montessori, los niños aprenden a su propio ritmo
En la Pedagogía Montessori entendemos que cada individuo tiene su propio ritmo de movimiento, que es parte de su propio carácter. Por ello, observamos y respetamos el ritmo de cada uno de los niños y niñas, respondiendo a sus necesidades de crecimiento e intereses individuales, permitiendo que se desarrollen con normalidad, proporcionando un ambiente adecuado y materiales que le motiven a aprender por sí mismo. Y así, tener la oportunidad de repetir y concentrarse hasta lograr el éxito.
Estamos seguros que, en el ritmo del niño, generalmente visto como lento por el adulto, está el aprendizaje.
Maribel dice
Cuanta falta le hace a la sociedad educar desde el conocimiento de cada personita. Gracias por todo lo que aportáis
Asesoría y orientación de IMI dice
¡Gracias a ti por tus palabras, Maribel!