“La Paz solo llegará cuando todos los corazones estén llenos de respeto por la Tierra, la naturaleza, y todos los demás seres humanos, y cuando podamos superar el provecho personal a favor de la colaboración por la paz universal.”(Wolf. A. 1999a)
Este post está dedicado a hablar sobre la educación para la Paz, la cual no se trata sólo de una enseñanza, sino de una vivencia diaria que se da en la comunidad que se genera tanto en el ambiente como en casa, y en donde cada miembro es valorado como un individuo único.
La educación para la paz, de María Montessori
La pedagogía Montessori es considerada una educación para la Paz. Con una visión humanista, ésta va más allá del ámbito pedagógico, es una revolución no violenta, una revolución en la educación que busca dar respuestas, que es activa, que pone en primer lugar al niño.
Por lo tanto, al tener como fin y al mismo tiempo como centro al niño y a la vida misma, la educación Montessoriana se entiende como una educación para la paz que busca el desarrollo pleno del individuo, es una educación que respeta la vida, y que acompaña al ser humano en todas sus etapas y en todas sus expresiones.
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“Es una educación entendida como ayuda a la vida, porque se inicia en el nacimiento y continúa a lo largo de toda la vida del individuo, es una educación que alimenta una revolución pacífica exenta de toda violencia que une a todos en un fin común y nos atrae hacia un único centro, el niño”. Escribió María Montessori en su libro La Mente Absorbente.
El ambiente Montessori otorga sensación de paz
Cuando alguien tiene la oportunidad de contemplar un ambiente Montessori se siente una sensación de paz. Se percibe a los niños felices y es palpable el orden, la belleza, la armonía y la serenidad que se vive.
Lo anterior es el resultado de la libertad que el niño experimenta en el ambiente. En éste se maneja con respeto todo lo que le rodea: guías, niños, material, trabajo, etc. Se da un clima de cooperación donde el niño tiene la oportunidad de desarrollar destrezas para la construcción de la paz. Cuando niños y adultos sienten paz en su corazón, se facilita el desarrollo de relaciones pacíficas con los demás.
En este proceso, el papel del guía o de la guía es muy importante, al ser un elemento vivo del ambiente. Debe cultivar su paz interior y esto inicia con el análisis de los propios valores y actitudes actuando con honestidad.
“Para modelar la conducta pacífica ante los niños primero debemos encontrar la paz en nosotros mismos”. Transmite Mc Farland, citado en Wolf. A. 1999a.
Algunas ideas que nos ayudan a cultivar un estado interno de paz en los niños son:
- Preparar ejercicios que les permitan centrarse en el aquí y en el ahora, y que le llevan al desarrollo de la concentración que se surge al trabajar con actividades con un propósito bien definido.
- Ayudarles en la construcción de su autoestima, es decir, a tomar consciencia de su propio valor y de sus talentos individuales.
Aline Wolf resume muy bien lo que debemos lograr: “Siento que uno de los aspectos más importantes para fortalecer la espiritualidad y establecer la paz es ayudar a los niños a darse cuenta del núcleo de amor que reside dentro de cada uno de ellos”.
Esto les permite desarrollar un amor propio sano, además de saber que tienen amor para dar a los demás.
La Dra. Montessori citando a Dante refiere lo siguiente: “La mayor sabiduría es primero amar” ya que “Es de esperarse que cuando este sentimiento de amor se puede despertar en los niños, la gente en general se volverá más humana y las guerras brutales llegarán a su fin”.
Ana Lucía Hermida
Departamento Pedagógico
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