La Dra. Montessori consideró que era importante que el niño tuviera una nutrición adecuada y una acción educativa en torno a este aspecto. Desde un inicio dentro de los ambientes se consideró la inclusión de un espacio específico para la cocina Montessori: que fuera accesible a los niños, limpio, ordenado, atractivo y que contemplara el uso de utensilios que permitieran el trabajo de los niños.
Es interesante ver cómo actualmente aún en medio de grandes cantidades de opciones de poco contenido nutricional, hay una rama que va también en aumento y es la que busca hábitos alimenticios más sanos y nutritivos. Desde que iniciara con la creación de la Casa de los Niños, la Dra. Montessori veía la importancia de ofrecer opciones saludables que permitieran el buen desarrollo físico del niño y que estos alimentos fueran también acordes a las estaciones del año, cuestión que en la actualidad se ha perdido debido a la posibilidad de encontrar casi cualquier alimento prácticamente en cualquier época del año.
Retomar este aspecto se vuelve ya no solo una acción para alimentarse, sino todo un cúmulo de aprendizaje para el niño, que le sitúa en el tiempo, en las estaciones del año, en la experiencia de la vida, en las necesidades cambiantes de nuestro organismo y en las formas de nutrirlo y prepararlo; en fin una experiencia enriquecedora en muchos sentidos que no solo se limita solo a nutrir el cuerpo sino también la mente del niño.
Beneficios de cocinar con los niños
La cocina es considerada un punto central de la casa y de la vida familiar, lo mismo ocurre en el ambiente Montessori. Permitir a los niños que colaboren en la cocina les aporta grandes beneficios, por lo tanto merece la pena el esfuerzo que supone organizar el espacio. El niño puede efectuar tareas como preparar alimentos, lavar los platos o cargar el lavavajillas; es todo un proceso educativo, que le permite el desarrollo del orden, al seguir las secuencias implícitas en cada tarea.
El cocinar con los hijos es una experiencia muy gratificante y educativa. Existen muchas recetas sencillas que los niños de dos años y los mayores son capaces de cocinar de principio a fin. Desde que iniciamos el proceso:
- La medida de los ingredientes aporta una importante experiencia científica.
- Pueden aprender la diferencia entre el peso (de los ingredientes secos) y el volumen (de los húmedos y secos si trabajas con recipientes de medir).
- Esta también es una oportunidad para enseñar los diversos nombres de las unidades de medida, para esto le debemos dejar que mida los ingredientes: poner la jarra de medir o la báscula a su nivel, de manera que pueda ver exactamente las medidas.
- Los niños de cinco y seis años pueden calcular cuánto más de un ingrediente necesitan añadir para alcanzar la cantidad correcta, si tú colocas primero la mitad o un tercio de la cantidad.
- Si un niño mayor quiere preparar algo, es importante pedirle que lea detenidamente las instrucciones, este es un paso al aprendizaje de cómo funcionan los experimentos científicos, lo cual requiere atención al detalle y seguir la secuencia paso a paso.
- Es importante que el niño desarrolle algunas habilidades previas, tales como mezclar (una leche con cacao), batir o cortar, un cuchillo de punta redonda y un plátano servirán para prepararle para esta tarea.
Es importante que contemos con espacios de almacenamiento bajos, al alcance los niños, en donde todos los utensilios estén adaptados a su medida y fuerza, que éstos se encuentren a su disposición para cogerlos y guardarlos por sí mismo.
Al cocinar los niños se divierten, conviven con sus padres y aprenden conceptos científicos, al tiempo que se sienten útiles e integrados a su entorno.
¿Cómo cocinar con niños?
Al cocinar con niños pequeños de entre 2 y 3 años de edad, es importante que se les deje participar lo más posible en la actividad; hay muchos libros de recetas escritos especialmente para niños pequeños.
Al principio debemos darle tareas sencillas, como amasar la harina con el agua, untar, remover, etc., es importante que les mostremos las cosas lentamente y utilizando las palabras acordes a la acción que estamos llevando a cabo, cada vez irá progresando hasta hacer algo por sí solo.
Algunas ideas de preparación de alimentos son: rebanar frutas o verduras que no necesitan pelarse, sólo lavarse y secarse como apio, fresa o manzana, untar mantequilla y mermelada en un pan tostado, etc. Conforme vaya adquiriendo más coordinación y destreza, podemos pasar a picar frutas que se tienen que lavar, pelar, secar (pepino, zanahoria), en las que es necesario un pela papas, rebanar pan con un cuchillo especial (de serrucho), etc.
Es importante que si queremos fomentar la autonomía y la independencia del niño, adaptemos el espacio para cocinar, utensilios de cocina de tamaño adecuado para que los puedan manipular con sus manos y un mueble o mesita baja que esté fijo en la cocina. También podemos utilizar un taburete alto que aseguremos por los lados para evitar que el niño se caiga, esto le permitirá participar en la preparación de los alimentos. La idea es que este taburete pese poco, para que el niño lo desplace por la cocina y lo ubique donde lo requiera. Es conveniente que también cuente con algún delantal para ponerse mientras prepara los alimentos.
De manera general conforme integramos al niño, debemos proponer actividades concretas: como pelar huevos, cortar plátano, hacer limonada, macedonia de frutas, hacer una ensalada, preparar café, hacer magdalenas o pizza, etc. Es importante recordar siempre que cuando ofrecemos a los niños actividades con propósito, como la preparación de alimentos o lavar los platos que han ensuciado, se mostrarán felices, satisfechos y confiados en sí mismos.
Ana Lucía Hermida
Departamento Pedagógico
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