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“Trabajo y movimiento son una sola cosa. La vida del hombre, como la de la sociedad, se halla estrechamente ligada al movimiento”.
Hablar del ser humano y no hablar de movimiento es simplemente imposible, el movimiento es inherente a los seres vivos y en el hombre representa su propia vitalidad.
El sistema nervioso es el encargado de llevar a cabo el movimiento en toda su complejidad: a travĆ©s de los nervios, se comunica la energĆa y el movimiento a los mĆŗsculos, por lo tanto, el organismo procesa la informaciĆ³n en el cerebro y la recoge por medio de los sentidos, que estĆ”n en contacto con los mĆŗsculos.
Resulta esencialĀ comprender que el desarrollo de la mente estĆ” conectado con elĀ movimiento y que depende de Ć©l; sin movimiento no hay progreso ni salud mental, el hombre se crea a partir de la experienciaĀ prĆ”ctica y concreta en el ambiente. No se trata tanto de ejercitar los movimientos, como de adquirir coordinaciĆ³n.
Montessori concibe la esencia del movimiento como la encarnaciĆ³n funcional de la energĆa creadora (horme) la misma que eleva al hombre a la cumbre de su especie y que da vida a su aparato motor, que es el instrumento con el que el niƱo va a actuar sobre el ambiente exterior para auto construirse.
La finalidad del movimiento es en palabras de la Dra. Montessori āservir a toda la vida y la economĆa espiritual y universal del mundoā[1], por lo tanto no se debe considerar por separado la vida psĆquica de la vida fĆsica.
[1]Ā La mente absorbente, PĆ”g. 185
La voluntad es una de las mayores expresiones de la psique y debe educarse a travĆ©s del movimiento. El movimiento puede verse desde dos Ć”ngulos: como movilidad y como reflejo de la voluntad del hombre. En el mĆ©todo Montessori el ambiente satisface las necesidades de movimiento, que siempre cumple un propĆ³sito y estĆ” acompaƱado por la voluntad y la intenciĆ³n. La finalidad es que el niƱo desarrolle la coordinaciĆ³n de movimientos necesarios para la vida psĆquica, de esta forma se enriquece y nutre la parte prĆ”ctica y ejecutiva.
El movimiento es un mecanismo muy complicado y refinado, antes de nacer no hay nada preestablecido, por lo que el movimiento debe ser creado y perfeccionado por el niƱo a travƩs de experiencias prƔcticas sobre el ambiente. Por esto es tan importante darle motivos de actividad, para que se desarrolle y construya su voluntad.
El movimiento coordinado lleva al individuo a alcanzar un fin deseado, en el reciĆ©n nacido el control voluntario de su boca al succionar y la funciĆ³n de los mĆŗsculos de la garganta que le permiten tragar y llorar), facilitan su supervivencia. DespuĆ©s de los nueve meses sucede lo que S. Montanaro llama una āgestaciĆ³n externaā en los brazos de la madre, donde el niƱo tiene la oportunidad de participar de un ambiente mĆ”s amplio y rico, dĆ³nde recibirĆ” una mayor cantidad de estĆmulos para desarrollar su potencial. La capa de grasa que cubre las fibras nerviosas se completa alrededor del primer aƱo de edad (mielinizaciĆ³n). El desarrollo empieza a darse en la parte superior del cuerpo y se mueve hacia abajo ācefalocaudalā; y del centro hacia la periferia āprĆ³ximo distalā, las manos son las Ćŗltimas en desarrollarse.
Existe un esquema preestablecido que lleva a todos los niƱos a desarrollarse bajo el mismo patrĆ³n de movimientos. A los doce meses de edad el niƱo lograrĆ” la forma mĆ”s difĆcil de coordinaciĆ³n: caminar en dos pies. Para que esto ocurra, el niƱo atraviesa una serie de etapas: arrastrarse, caminar en cuatro extremidades (gatear) y, por Ćŗltimo, caminar en dos pies. La Dra. Montessori escribiĆ³ lo siguiente al respecto de la marcha. āEl hombre es el Ćŗnico individuo que confĆa a dos de sus miembros las funciones de ādeambular en equilibrioā[1].Ā Empujado por el instinto y el esfuerzo individual, el niƱo perfecciona su marcha caminando y de esta forma desarrolla sus propias funciones, el adulto debe volcarse al niƱo y olvidar su ritmo y sus finalidades para permitirle que fije las coordinaciones motrices que le llevarĆ”n a la conquista del equilibrio y a adquirir seguridad en su marcha.
[1] MarĆa Montessori āEl NiƱoā PĆ”g. 130 MĆ©xico, Diana, 1996
El niƱo tiene necesidad de un movimiento constructivo, se inspira en acciones que ha visto realizar a su alrededor, por lo tanto estos movimientos constructivos nacen de un cuadro psĆquico, construido sobre un conocimiento; esto quiere decir que cuando el niƱo desea moverse, sabe primeramente lo que va a hacer y quiere por lo tanto hacer una cosa conocida que ha visto realizar; es el mismo proceso que se sucede en el lenguaje. Y es aquĆ donde observamos la importancia de contar con un ambiente preparado que apoye las manifestaciones superiores de los niƱos y que les de motivos de actividad para que pueda llegar a asumir funciones sociales complejas.
El desarrollo de las piernas y de la mano es distinto. El equilibrio y el andar son, como se menciona anteriormente, resultado de un esquema o patrĆ³n preestablecido. Contrario a esto, la funciĆ³n de la mano no es fija. El desarrollo de la mano se halla ligado al desarrollo de la inteligencia y como la Dra. Montessori nos dice ā…cuando el hombre piensa, piensa y actĆŗa con las manosā¦ā, dejando vestigios de su paso a travĆ©s del tiempo; nos permite reconocer su espĆritu y el pensamiento de su tiempo.
Una de las primeras manifestaciones del movimiento es la de agarrar, este acto en un inicio es inconsciente, a los seis meses de edad es ya intencional. A los diez meses se inicia el verdadero ejercicio de la mano, que se expresa con el desplazamiento y el movimiento de objetos. La importancia del uso de las manos es crucial para el desarrollo de la inteligencia del niƱo, un niƱo que no se vale de sus manos alcanzarƔ cierto nivel de inteligencia, al contrario de un niƱo que se sirve de sus manos tendrƔ un nivel mƔs elevado y un carƔcter mƔs fuerte.
Montessori nos dice: āPrimero el niƱo debe prepararse a sĆ mismo y sus instrumentos, luego debe adquirir fuerzas, observar a los demĆ”s y finalmente empezar a hacer algoā[1] es aquĆ donde empieza la fase en la que el niƱo quiere hacer las cosas por sĆ mismo y entonces debemos de respetar ese pedido que nos hace el niƱo āAyĆŗdame a hacerlo yo mismoā
[1] MarĆa Montessori āLa mente absorbente del niƱoā PĆ”g. 202 MĆ©xico, Diana.
El niƱo tiene sus propias leyes del desarrollo y si queremos ayudarle a crecer debemos seguirle, no imponerle.Ā Por lo tanto, la educaciĆ³n debe considerar al niƱo como un explorador, pues esta es una de las tendencias humanas que subyacen al movimiento: el deseo de conocer y, por medio de este interĆ©s, recibir informaciĆ³n; aprender nuevos quehaceres que le interesen y repetirlos con exactitud para llegar a auto perfeccionarse.
Esther Vargas
Departamento PedagĆ³gico
Gracias muy buen artĆculo.
Gracias Eliana. Esperamos que el resto de artĆculos tambiĆ©n sean de su agrado. Un saludo.
Bello artĆculo , entendĆ que siendo apoyo para El NiƱo con lo que requiere , su inteligencia y deseo de explorar se desarrollarĆ” mĆ”s que con imposiciĆ³n del mayor.o educador!
Muchas gracias por su opiniĆ³n. AsĆ es, por eso los maestros Montessori se les llama GuĆas, pues son el nexo de uniĆ³n entre el niƱo y el ambiente. Un facilitador que los acompaƱa, sin obstaculizarlos, ni sustituirlos, ni presionarlos, Ćŗnicamente guiĆ”ndolos. Un saludo.
Ā”QuĆ© buen artĆculoĀ”Ā” Me alegra saber que hace tantos aƱos una mujer brillante ya evidenciaba como enseƱar y cultivar la educacion en los seres humanos.